Palabra de Dios
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Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres (Hechos 5:29).
 
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¿ Y qué de nuestros sentidos ?
Con respecto a los sentidos que Dios nos ha dado, la vista, el olfato, el tacto, el gusto y el oído, nos ha bendecido con esto para que los usemos y no seamos engañados. Los discípulos creyeron  en el milagro de la resurrección de nuestro Señor,  porque ellos lo vieron, lo palparon, lo escucharon, comieron con Él, utilizaron casi todo los sentidos e inclusive cuando el ascendió a los cielos, por lo tanto ellos, de esa manera, podían dar testimonio.
Nuestro Señor Jesucristo jamás  hizo un milagro en las que las personas no pudieran cerciorarse con sus propios sentidos sin dejar lugar a dudas. Cuando Jesús resucitó a Lázaro, todo el mundo vió el milagro. Cuando convirtió el agua en vino, literalmente  se convirtió en vino sin lugar a duda (no que la sustancia del agua se transforme en vino).
¿DIOS PODRÍA CAMBIAR EL PAN EN EL CUERPO DE CRISTO?
Claro que sí, pero el pan cambiaría de tal manera que permitiría ver que el pan deja de ser lo que es. Si no es así, entonces ¿para que Dios nos creo con nuestros sentidos aparte de usarlos en nuestra vida diaria?.
En el caso del supuesto milagro de  la hostia, nuestro sentido nos dice que este elemento sigue siendo el mismo pan y que nuestra vista y cualquiera de nuestros sentidos no perciben el supuesto milagro en la sustancia. Nuestra Fe no es ciega.
 ¿Cómo podemos cerciorarnos  que el milagro de la hostia pueda ocurrir?. En realidad es imposible, lo que nos indica cuan ridícula es esa posición.
¿Se podría tomar  en cuenta a nuestro Señor que es Santo que se deje manejar en un  proceso de transformación  por personas pecadoras por naturaleza?.
Ahora pensemos: si por casualidad suponiendo que un ratón se coma por descuido una hostia consagrada, pensando en el buen sentido, ¿se podría decir entonces que se ha comido a Dios?
¿Qué pasaría si el vino consagrado se avinagrara? ¿deja de ser la sangre de Cristo? ¿seria un nuevo milagro?
Nunca un comulgante podría  estar seguro realmente  si la hostia  se ha transformado o permanece igual, por lo tanto si no ha ocurrido el milagro, ¿qué se estaría adorando?
 
Los Padres de la Iglesia
¿QUÉ DICEN ALGUNOS PADRES PATRÍSTICOS EN RELACIÓN A LA CENA DEL SEÑOR?
La Iglesia Católica siempre presenta a los padres Patrísticos para defensa de sus dogmas. Ella enseña que la Biblia  tiene que «interpretarse en conformidad del consenso unánime de los Padres». Lo cierto es que se posee pocas obras de ellos y muchas de estas han sido de alguna manera corrompidas por ordenes superiores. Muchos de los escritos contienen ideas que la misma Iglesia Católica resiste. Los mismos Padres se contradicen uno al otro en la interpretación de la Biblia. Por ejemplo:
San Agustín, en uno de sus escritos, declara que San Jerónimo dio varias interpretaciones  erróneas a pasajes de la Biblia, que además enseñaba que esta contenía  «mentiras provechosas» y por esta misma razón le pide que retire esas ideas.
Clemente de Alejandría enseñaba que Jesús  no sentía hambre ni sed, y comía solo para demostrar su naturaleza humana.
De una lista hecha por Tertuliano de siete pecados de muerte, tanto este como Hermas, convenían en que se podía conseguir  el perdón de un pecado tal, cometido después del bautismo, pero sólo de uno. (Historia del cristianismo, I, Pág. 184,  Por Kenneth  Scott, Casa Bautistas de Publicaciones)
Orígenes tenía la creencia de que «siempre había habido un mundo creado; que las almas humanas  habían existido desde la eternidad desde antes que entrasen en los cuerpos presentes»; además creía  que «todas las almas inclusive la de los demonios, finalmente serían salvadas y que el crecimiento de  las almas  por medio de la disciplina, ha de continuar hasta que todas sean perfectas».(Historia del Cristianismo, I, Pág. 198,  Por Kenneth  Scott, Casa Bautistas  de Publicaciones). Algunos creen también que Orígenes afirmó que Cristo era una criatura, y que en relación con el Padre Él es secundario y subordinado.
Belarmino en uno de sus escritos (De purgatorio, lib. 4, Cap. 4) nos presenta varias contradicciones de interpretación Bíblica entre diferentes Padres, por ejemplo, cita primera de Corintios 15:29: «Sobre este pasaje hallo seis opiniones distintas: la primera es de Tertuliano y Ambrosio, la segunda es la de santo Tomás, la tercera es la de Crisóstomo y Ecumenio,  la cuarta es la de Teodoreto y Cayetano, la quinta  es la de Epifanio, la sexta es la de Efrén, y esta es la mejor de todas.»
Podemos profundizar más sobre los Padres, pero nuestro tema  en este caso es sobre la Santa Cena. Sin embargo hay algunos Padres que nos pueden decir algo sobre nuestro tema:
«Cristo,  habiendo tomado el pan y habiéndolo distribuido a sus discípulos, lo hizo su cuerpo, al decir: Este es mi cuerpo, a saber, la figura de mi cuerpo» (Tertuliano, contra Marción 4:40)  Tertuliano nos da entender que para nada hay una transubstanciación con el pan; al contrario nos enseña de que es simbólico. [1]
«El pan después de la consagración es digno de ser llamado el cuerpo del Señor, aun cuando la naturaleza del pan permanece en él.» (Crisóstomo, Epístola ad Cesarium)
Lo interesante  de todo esto, es que ni en los propios Padres existe una claridad sobre la Santa Cena y menos sobre la transubstanciación.
La Iglesia Católica enseña que la misa es un sacrificio propiciatorio, porque aplaca de nuevo la ira de Dios, es decir mediante la misa, la repetición del sacrificio de Cristo, los méritos y satisfacciones en la cruz se aplican no solo por los pecados de los fieles vivos, sino también por los fieles que están en el Purgatorio, que no han sido purificados del todo. (Denz. 1743)
Pero, el sacrificio que hizo nuestro Señor Jesucristo en la cruz fue infinitamente perfecto, por lo tanto nada mas queda que hacer. Él es nuestro abogado, Él pagó por todas nuestras culpas. No necesitamos un pan para que Jesús este presente en la comunión de todos los creyentes.
Para ir finalizando quiero terminar con una idea del ex–sacerdote español que fue teólogo en dogmática y que perteneció a la Iglesia Católica, Francisco Lacueva.
En su libro de Formación Teológica  Evangélica, tomo VIII sobre la Iglesia Católica, él escribe:«Si la misa -según la teología Católica- tiene el mismo valor que el sacrificio de la Cruz, ¿por qué no es suficiente  el aplicar una misa diaria por todos los pecados y necesidades del mundo? Las respuestas tradicionales de los manuales de teología  han sido francamente insuficientes:
a) algunos han dicho que, al tratarse de la aplicación del efecto propiciatorio del Calvario, aunque éste sea de valor infinito, el ser humano es limitado, incapaz de recibir un acto infinito. Podemos replicar: por el hecho de que un pequeño vaso de cristal sea incapaz de recibir el agua del océano, ¿necesitaremos mucho océano para llenarlo?
b) Otros dicen que nadie posee una disposición tan perfecta como para recibir de una vez todo el fruto de una misa. Respondemos: ¿no están perfectamente dispuestas -según Roma- las almas del Purgatorio?
c) Otros finalmente aventuran la opinión de que el fruto de cada misa a podido ser limitado por ordenación divina (Fundamentals of Catholic Dogma, p. 415, V.L.Ott.) «¿Necesita esto replica? ¿Qué imagen de Dios nos presenta esta opinión?...»
El único acto propiciatorio, en que fue aplacada la ira de Dios, en la cual nuestro Señor nos da la verdadera paz, es decir estar en paz con nuestro Dios Padre, reconciliado con Él, es por Cristo nuestro Señor al derramar Su sangre en la cruz en forma perfecta por una sola vez. En este sacrificio Jesús no solo resucitó, sino que venció la muerte y el pecado por nosotros.
 
¿Qué nos enseña la Biblia?
- El pan y el vino son símbolos del cuerpo y sangre de Cristo y que nos ayudan a recordarle a Él (1Cor. 11:23-25,  Luc. 22:19)
- El sacrificio de la cruz no se perpetúa en el sacrificio de la misa [CIC 1323,1382], sino que esta terminado ("consumado es" Jn. 19:30), si bien está en tiempo perfecto en el cual implica un proceso, pero la razón, es que cuando lo dijo todavía estaba vivo, pero enseguida entrego el espíritu, por lo tanto su sacrificio fue perfecto y único.
- El sacrificio de Cristo ocurrió una sola vez en la historia (Mr. 15:21-41)
- La adoración del pan y el vino  consagrado [CIC 1378,1381], es contrario a las Escrituras, aún de los que procuran personificarlo a Él (Ex. 20:4,5; Is. 42:8)
- Cristo esta corporalmente en el cielo (Hech. 10:12,13) y presente en la comunión de todos los creyentes (Mt. 18:20)
- Las Escrituras enseñan  que sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecados (Lv. 17:11; Heb. 9:22), eso no ocurre en la misa, pues es un sacrificio sin sangre (incruento) [CIC 1367,1371, 1414]
- La obra sacrificatoria de redención no se lleva a cabo continuamente mediante el sacrificio de la misa [CIC 1364, 1405, 1846], sino que se concluyó cuando Cristo dió su vida en la cruz (Ef. 1:7; Heb. 1:3)
- Cristo presentó al Padre una sola vez para siempre el sacrificio de si mismo (Heb. 9:24-28) y no en cada misa, como lo hace el sacerdote nuevamente al presentar al Padre un nuevo sacrificio de Cristo.
 
Podríamos continuar llenando este escrito de pasajes de la Palabra de Dios (Biblia) que hablan con claridad sobre lo que realmente significa la Cena del Señor y la comunión del cuerpo de Cristo, pero quiero finalizar con una conclusión:
La Santa Cena del Señor es una acción de gracia (Eucaristía, no una misa), en la cual la comunión del cuerpo de Cristo, es decir la iglesia (cuerpo de creyentes) en que está presente el Señor (Mateo 18:20), participa recordando a través del pan y el vino, los que simbolizan el cuerpo y la sangre de Cristo, el sacrificio perfecto de Jesús en la Cruz del Calvario, en la que a través de este sacrificio nos  salvó de la muerte y del pecado. Esta acción de gracia (Eukaristesa) por mandato de nuestro propio Señor Jesucristo se debe hacer hasta que Él vuelva.
¡Confíen solamente en la Palabra de Dios (la Biblia), porque ella no se contradice  como las tradiciones de los hombres!
 
« Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino »
(Salmo 119:105)
 
Guillermo Hernández Agüero
Del Puerto de San Antonio De Chile
Que el Señor les Bendiga
 

 
[1] Nota del Webmaster
En un foro cristiano de debate, un participante católico sugirió que en la cita de Tertuliano incluida en este artículo se omitió deliberadamente una porción del escrito, con (¿evidente?) intención de tergiversar los dichos de Tertuliano y forzar una interpretación contraria a las preferencias de la Iglesia de Roma. Esto no es cierto, y el contexto que este forista católico-romano denuncia como faltante, no cambia la idea original de su autor, sino más bien sintoniza directamente con la idea central que pretendía llevar en su apología contra del docetismo de Marción, quien negaba la auténtica humanidad corporal de Cristo. Veamos el párrafo completo de la cita de Tertuliano (en color azul, la cita incluida en el artículo, en fondo amarillo, la porción denunciada como "faltante" por el forista católico-romano)
 
Contra Marción 4:40

«Cuando tan ardientemente expresó su deseo de comer la pascua, la consideró su propia fiesta, pues hubiera sido indigno de Dios el desear tomar parte de aquello que no era suyo.
Entonces, habiendo tomado el pan y dádoselo a sus discípulos, lo hizo su propio cuerpo, al decir "Esto es mi cuerpo", esto es, la figura de mi cuerpo. Sin embargo, no podría haber habido una figura a menos que hubiera primero un cuerpo verdadero.
Una cosa vacía, o fantasma, es incapaz de (tener) una figura. Si, no obstante (como podría decir Marción), él simuló que el pan era su cuerpo, porque él carecía de la verdad de una sustancia corporal, se sigue que él debe de habernos dado pan.
¡Podría contribuir mucho a la teoría de Marción sobre un cuerpo fantasmal que el pan hubiese sido crucificado! Pero por qué llamar pan a su cuerpo, y no en cambio (algún otro comestible, digamos) un melón, ¡como debe de haber tenido Marción en lugar de corazón! Él no entendió cuán antigua era esta figura del cuerpo de Cristo, quien dijo de sí mismo por Jeremías: "Yo era como un cordero o un buey que es llevado al matadero, y no sabía que tramaban una trampa contra mí, diciendo, Arrojemos el árbol sobre su pan", lo que por supuesto significa la cruz sobre su cuerpo.
Y así, arrojando luz, como siempre lo hacía, sobre las antiguas profecías, él declaró con suficiente claridad lo que significaba por el pan, cuando llamó al pan su propio cuerpo. Similarmente, al mencionar la copa y hacer que el nuevo testamento fuera sellado "en su sangre", afirma la realidad de su cuerpo.
Pues ninguna sangre puede pertenecer a un cuerpo que  no sea un cuerpo de carne. Si cualquier cuerpo que no fuera de carne nos fuese presentado, al no ser carnal, no poseería sangre. Así, de la evidencia de la carne, obtenemos una prueba del cuerpo, y una evidencia de la carne de la evidencia de la sangre. No obstante, para que puedas descubrir desde cuán antiguamente el vino es empleado como una figura de la sangre, vuélvete a Isaías, quien pregunta: "¿Quién es el que viene desde Edom, desde Bosra con vestiduras teñidas de rojo, tan glorioso en su atuendo, en la grandeza de su poder? ¿Por qué son tus ropajes rojos, y tu vestidura como las de quien viene de hollar el lagar lleno?" [Isaías 63.1]
El Espíritu profético contempla al Señor como si él estuviese ya de camino a su pasión, moldeado en su naturaleza carnal; y como por ello habría de sufrir, representa la condición sangrante de su carne bajo la metáfora de vestimentas teñidas de rojo, como enrojecidas con el jugo de la vid, como hombres manchados de sangre.
 Mucho más claramente aún predice esto el libro de Génesis, cuando (en la bendición de Judá, de cuya tribu Cristo habría de venir, según la carne), incluso entonces delineó a Cristo en la persona de ese patriarca, diciendo: "El lavó sus vestiduras en vino, y sus ropas en la sangre de uvas" - en cuyas vestiduras y ropas la profecía señalaba su carne, y su sangre en el vino.
Así él ahora consagra su sangre en vino, quien (por el patriarca) empleó la figura del vino para describir su sangre.»
 
El argumento de Tertuliano es que el pan, que es un elemento material, solamente puede representar un cuerpo si éste es verdaderamente material (lo mismo para el vino como símbolo de la sangre). Tertuliano trata aquí el pan y el vino como figuras legítimas del cuerpo y la sangre del Señor porque comparten su naturaleza material y además estos símbolos son anticipados incluso en el Antiguo Testamento (que Marción rechazaba).
En la misma obra Contra Marción (1:14) Tertuliano reivindica la creación como obra del único Dios, que Jesús no despreció sino que utilizó:
«De hecho, hasta el presente, no ha desdeñado el agua que el Creador hizo, con la cual lava a su pueblo; ni el aceite con el cual les unge; ni aquella mezcla de miel y leche con las que les da la nutrición para los niños; ni el pan por el cual él representa su propio cuerpo, requiriendo así en sus mismos sacramentos los "pobres elementos" [cf. Gálatas 4:9] del Creador. Tu, empero, eres un discípulo por encima de su maestro, y un siervo por encima de su señor; tienes un mayor alcance de discernimiento que él; destruyes lo que él exige.»
De nuevo, pan y vino son elementos materiales que pueden simbolizar la carne y sangre de Cristo porque éstas eran reales. O sea, parafreseando las palabras de Jesús en expresiones de Tertuliano, "este pan" (real) es figura de "mi cuerpo" (también real). Evidentemente algo real no podría ser figura de algo irreal...
Queda pues aclarado que las palabras de Tertuliano citadas en el artículo no han sido tergiversadas, sino que, por el contrario, reflejan el verdadero sentido dado por su autor.